“Eran bocinazos por entero, se escuchaba todo, y nosotros colgados de las campanas (de la Basílica), a todo trapo, porque era una alegría impresionante por el cariño por ser argentino”. Así recordó el arzobispo de Tucumán, Carlos Sánchez, los festejos tras enterarse que Jorge Bergoglio había sido elegido nuevo Papa.
El 13 de marzo de 2013, la elección de un argentino como líder de la Iglesia Católica encontró a monseñor Sánchez en la Basílica de la Merced, debatiendo sobre el próximo representante de Pedro. Esa tarde, luego de la fumata blanca, el arzobispo de Tucumán discutía con un compañero sobre si Bergoglio podría ser el sucesor de Benedicto XVI. “Yo le decía: ‘no, si Benedicto ha dicho que él estaba viejo, que ya no tenía fuerzas y que tenía que venir alguien más joven’, y Bergoglio ya tenía 76 años”, narra monseñor sobre el día del cónclave.
Grande fue su sorpresa cuando reconoció que era su par argentino el que estaba siendo anunciado ante la plaza de San Pedro.
Un papa latinoamericano
El pueblo argentino salió a celebrar casi de forma inmediata el Habemus papam de 2013. Incluso fue Bergoglio quien destacó en su primer discurso como pontífice que sus pares del Colegio Cardenalicio habían buscado un Papa “en el fin del mundo”, en referencia a la ubicación de su país natal. Sus raíces generaron expectativa entonces por ser el primer Papa latinoamericano.
A diferencia de sus antecesores europeos, el arzobispo de la provincia destaca que Francisco, como latinoamericano, hizo un aporte a la Iglesia universal de la “experiencia de fe popular”.
“Él lo que hacía en Buenos Aires lo hace ahora a nivel mundial –explica Sánchez–; siendo obispo se iba a las periferias y siendo Papa va a las periferias de la humanidad, a las periferias del mundo, a los lugares donde no está totalmente arraigada la fe, donde hay situaciones de violencia y mucha pobreza”. En otras palabras, el sacerdote tucumano manifiesta que la contribución del Sumo Pontífice está relacionada con “la piedad popular, de la cercanía y de vivir una fe muy encarnada”.
Otro de los puntos que resalta el sacerdote tucumano del papado de Bergoglio es el constituido por la cultura del encuentro a la que tanto ha convocado el jesuita. Sostiene que la afectividad del latinoamericano es motivadora del cariño que se profesa hacia Francisco “aún entre los no católicos”.
Sánchez señala que el Papa promueve la cultura del encuentro “en una humanidad dividida por guerras, discordias y enfrentamientos, para que podamos crecer el día que todos nos respetemos como hermanos”.
Un nuevo rostro
Monseñor Sánchez destaca que el Bergoglio que ve hoy en Roma no es el mismo que él conoció hace años en el país. El Arzobispo comenta que conocía ya a Bergoglio por su actividad en la Iglesia argentina. Relata, de hecho, que una vez se comunicó con él para invitarlo a un retiro espiritual en Tucumán, al que finalmente el sacerdote bonaerense no pudo asistir.
“El rostro le ha cambiado”, asegura. “El Bergoglio que yo conocí antes era más bien serio, hosco; pero el Bergoglio papa es alegre, sonriente, hasta jocoso y bromea”. Además, lo define como un hombre “profundamente evangélico que irradia la palabra de Jesús” y “de discernimiento”, por la convicción con que reconoce e impulsa “la voluntad de Dios”.
Cuenta también que en sus encuentros con Francisco en el Vaticano siempre primó la familiaridad: “fue como si nos conociéramos de toda la vida, los abrazos, muchísima cordialidad”.
Una transición en disputa
El cambio de metodología que se dió en la Iglesia entre el papado de Benedicto XVI y Francisco fue causante de múltiples comparaciones. Estas apuntaron, principalmente, a la diferencia de perfiles con que cada sacerdote consideró conveniente llevar adelante su gestión.
La disputa, según diversas opiniones, se ve representada en el planteo de la periodista Florencia Fleitas. Plantea que se trató de elegir entre “trabajar para una iglesia más abierta y popular o más ortodoxa y dogmática”.
“‘Las comparaciones son odiosas’ dice el dicho”, sentencia entre risas monseñor Sánchez y destaca que “la Iglesia es la Iglesia de Jesucristo”. “Le podemos poner un montón de títulos y adjetivos y cada Papa le ha puesto una impronta”, explica. “Desde mi mirada de fe, el señor va conduciendo a la Iglesia a través de estos carismas y la personalidad de cada uno, que es un bien para todos porque los carismas son para el bien de los demás”, indica el Arzobispo.
Para el sacerdote tucumano, la tarea de Benedicto estuvo más ligada a “reflexionar, pensar y ver cómo consolidar la fe mediante la doctrina y el dogma”.
En cambio, la actitud con que Francisco encaró su trabajo, estuvo orientada a que “la fe se encarne en las vidas de las personas para que surja una nueva humanidad”.
Francisco en la Iglesia tucumana
De acuerdo a monseñor Sánchez, el acercamiento a la comunidad LGBT y la inclusión de mujeres en los equipos de trabajo por decisión del Sumo Pontífice son actitudes que pueden verse replicadas en la Iglesia.
En sus años de papado, Francisco hizo declaraciones respecto de estas temáticas que resonaron en la comunidad, y no sólo en la creyente. Con ánimos, aparentemente conciliadores, habló de no juzgar a la personas homosexuales y de las bondades del trabajo de la mujer.
“Una de las realidades (que teníamos en la Basílica de la Merced) era la de los que trabajan de noche en situación de prostitución y nos acercamos a decirles ‘vos sos hermano’ y que de repente vengan a la parroquia, que se sientan parte”, comenta Sánchez en relación al trabajo que le tocó hacer en la parroquia con miembros de la comunidad LGBT. “En ese sentido, es poder tener una mirada amplia desde la igual dignidad que todos tenemos y de la riqueza de unos y otros, porque son psicologías distintas, formas de pensar distintas; entonces, eso enriquece todo”, explica.
El Arzobispo considera que, desde la asunción del Papa, el camino de la comunidad católica tucumana se consolidó. “Veníamos con un ritmo pastoral fuerte, muy en sintonía con la Iglesia argentina, latinoamericana y universal (...), como Iglesia tucumana, yo me he visto confirmado en el camino que veníamos transitando -sostiene Sánchez-, y a la vez iluminados e impulsados a seguir renovando y cambiando, porque era un cambio de mentalidad también”.
Ejemplifica que, luego de la pandemia, se propusieron llevar más eventos religiosos a diferentes barrios para tener mayor cercanía con las comunidades y explica: “son palabras de Francisco que nos alientan a ‘ser callejeros’ y salir al encuentro”.
Un mensaje de celebración
Monseñor Sánchez invita a “escuchar a Dios en la voz de Francisco”. Manifiesta que, así como Jesús pidió a Pedro confirmar a sus hermanos en la fe, “nosotros nos tenemos que dejar confirmar en la fe por este Pedro, que hoy es el papa Francisco”.
Mañana, con motivo del décimo aniversario del papado, se celebrará una misa en el Seminario a las 11.30 donde, además, asumirá el nuevo rector de la institución. También hay una convocatoria para los sábados 18 y 25. El 18 se realizará una misión arquidiocesana en barrio Manantial Sur; se realizarán visitas a los vecinos que recibieron sus casas recientemente.
El 25 será la clausura del año jubilar por los 125 años de la Diócesis, a la cual está invitado el nuncio apostólico, representante del Vaticano en Argentina. A partir de las 17.30 se hará la concentración en Casa Histórica, luego se hará recepción de las reliquias de Fray Mamerto Esquiú que se depositarán en la Catedral y, a continuación, se realizará la misa de celebración en plaza Independencia. (Producción periodística: Milagro Corbalán)